domingo, 3 de junio de 2012

Cielos de tormenta (Parte 1)


-Señor, tenemos un problema.

Un enano fuerte, pelirrojo de gran barba, alto para la media pero no muy agraciado de cara era el que hablaba. Se dirigía hacia un humano, también alto, moreno y embutido en una brillante armadura gris y azul. Ambos dos portaban el tabardo de la Alianza así como unas bonitas y brillantes armas.

-Dígame Fargusson, ¿Que ocurre? - Le contesto el humano frunciendo el ceño.
- Verá Señor, fui a preguntar al puerto y, no quedan barcos, de nada, ni nadie. Pero... -Dijo el enano titubeante.
- ¿Como no van a quedar barcos? - Le interrumpió.
- Señor, no lo se. Yo solo fui y me dijeron eso, pero tengo una alternativa que quizás nos sea útil.
- Esta bien, veamos cual es.



- ¡Señor Winderth! ¡Se acercan hombres de chatarra!

Era un mujer (o eso parecía) la que gritaba desde la borda. Una mujer más desnuda que vestida con harapos marrones. Tras el grito apareció corriendo un enano con un montón de cazos, sartenes y demás utensilios de cocina.

- Decías, ¿M? - Le pregunto a la mujer mientras la sonreía.
- ¿Otra vez Marvik? ¿Quieres que te vuelva a intentar matar tu hija? Deja eso en la cocina.
- No, pero me repites lo que dijiste o me vuelvo a mi sitio. La armaduras no se ponen solas, ¿sabes?
- Que vienen amigos tuyos de esos enlatados así que deberi... ¿Ya estas otra vez?

El enano, distraido de la mujer, con la lengua fuera, se intentaba atar una gran sarten al pecho mientras hacia equilibrios con dos cazos en los hombros.

A lo lejos el grupo de "hombres de chatarra" se acercaba lentamente. Eran unos cuantos, una docena más o menos. A su cabeza, el enano y el humano de brillante armadura y tabardo.

- Fargusson, ¿Eso es lo que creo que es?
- Si señor. - Le contesto nervioso, le sudaban las manos y la cara. - Pero no son de la Horda, se lo prometo señor.

Siguieron con su caminata hasta llegar. Un gran zepelín de madera y telas de un azul intenso se erguía ante ellos. Un poco desgastado, viejo, pero entero.

- ¡Hola! ¡¿Hay alguien?! -Era Fargusson el que gritaba, mirando la nave con atención buscando algún signo de vida. - ¡¿Esta el capitán Winderth?!

Con aire solemne, paso lento, firme, cabeza bien alta, bajo Marvik Winderth por la pasarela del barco, total y únicamente vestido con los cazos y sartenes.

- Bienvenidos sean señores, Soy el gran Marvik Winderth, si han pasado por la ciudad de Forjaz  últimamente me reconocerán por ser el ganador del pasado concurso de belleza enanil que..

- ¡Señor Fargusson! ¿Se puede saber quien es este hombre y por que nos a traído hasta el? - El humano estaba rojo por la ira y miraba con furia al enano.

- Señor yo pensé que esta gente, verá en los anuncios dice que son gente seria y yo pensé...
- Maldita sea Fergusson. Es la ultima vez que le dejo encargarse de algo.

- ... y por eso me gane el apodo de Marvik el Guapo. - Marvik, ignorando a la pareja, había seguido con su peculiar discurso. - Y ahora, señores, ¿que les trae por aquí? ¿Buscaban nuestros servicios por casualidad?

- Si Capitán, pero... - Fargusson miro de reojo a su señor.
- ¡Oh! Tendrían que habérmelo dicho antes. Suban suban, la capitana les estará esperando, voy a avisarla.

Y Marvik salio corriendo dando zancadas y dejandose perder la mitad de los cazos por el camino, dejando ver todo su atractivo y peludo trasero.

- ¿Capitana? ¿Pero no decía usted que era ese, hombre?
- Si señor, en los carteles ponía El gran Capitán Marvik Winderth.
- Ya que más da, iremos a ver que nos cuentan, pero tengan las armas a mano.

Subieron por la pasarela, de uno en uno ya que esta era muy estrecha y siguieron el rastro de chatarra dejada por el enano. Ante ellos una gran sala, con un par de mesas a los lados y en el centro, una gran silla que bien podría ser el trono de uno de esos Vrykuls del norte.
El enano medio desnudo estaba frente a una enana rubia, que al percatarse de su presencia les hizo un gesto para que se acercaran.

- Soy la Capitana Larka Winderth, encantada. Me decía mi padre algo de que querían contratarnos.

Dicho esto se sentó y el grupo paró frente a ella.

- Buenas señora, aquí el señor Fargusson estuvo buscándonos un transporte, pero en la capital no quedan navíos. Si le soy sincero nos íbamos a volver, ver a alguien así... - señaló a Marvik con la cabeza.- No es digno de confianza.

- ¿Hay algo que le haga pensar que yo si lo soy? Soy la hija de ese loco que nos esta enseñando el trasero - Le preguntó la enana.
- Es una buena pregunta.
- ¿A donde se dirigirán señores?
- A Kalimdor, nos esperan en uno de los fuertes de los Baldíos, para unirnos a la batalla.
- No necesito los detalles, solo un destino. El trayecto es posible, ahora, visto sus dudas de las capacidades de La Bomba Ambulante gracias a la conducta de mi querido padre, les dejare a solas para que mediten.

Y tras esto la enana se levanto y salio de la sala junto a su padre, que seguía perdiendo partes de su curiosa vestimenta. Fargusson y su señor se miraron mientras el resto de hombres seguía a sus cosas, sin prestar gran atención a lo que sucedía a su alrededor.

- Lo siento señor...
- Esta bien Fargusson, no tenemos nada que perder, tenemos un viaje por delante y pocos días.
- ¿Eso es que los contratamos, señor?
- Si, no nos queda más remedio.

Fargusson  asintió y salio de la sala en la búsqueda de la pareja. Les encontró hablando con M. Esta, al ver al recién llegado saludo con un gesto de cabeza.  Marvik y Larka se giraron.

- Queremos viajar a bordo. El dinero no es problema, pero tiene que ser rápido.
- La rapidez es nuestra especialidad, ¿verdad hija?
- Tanto como la que te gastas tu en dejarme en ridículo padre.
- Siempre tan simpática. Dijo Marvik mientras se alejaba sonriente.
- Pues muy bien entonces, dígale a su señor que a las diez quiero verles en la sala de antes, mientras pueden traer sus trastos, M y Anthorius se encargaran de ustedes. Ahora si me disculpa, tengo trabajo que hacer, un zepelín de tal tamaño no se lleva solo.
- Oh, claro capitana...

La enana marchó hacia la sala de maquinas mientas que el enano volvía con su grupo, que ya estaba siendo atendido por un joven musculoso, de coleta y pelo en pecho.

- Listo señor.
- Que la Luz reparta suerte Fargusson, que la Luz reparta suerte.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Del Diario de la Capitana

Día 23 del mes 5 del presente año


Lo de reparar La Bomba se complicó más de lo debido, hemos tenido que fabricar algunas piezas apañadas ya que aquí, tras lo que les pasó a estas buenas gentes, tienen muy poco, al menos en lo que a piezas se refiere.
Ahora ya esta todo listo. Iremos hacia el Sur, a ver si encontramos algún interesado en nuestros servicios.


Esta todo muy tranquilo, menos cuando a Marvik se le va la cabeza y empieza a coger las cazuelas y ponérselas en modo armadura para evitar explotar con sus inventos. El otro día quiso hacer una bomba con caldo de pollo...


Y eso es todo desde que no escribía. Ahora iré a mirar unos mapas y cenar, espero que no sea el caldo aquel reciclado.